viernes, 1 de octubre de 2010

El idioma del amor, por Gerardo Prospitti (cronista jubilado)

Recuerdo que esa noche me había quedado con los linotipistas diagramando mi columna del diario. Era invierno y se había hecho tarde. Salí pensando en ir a comer algo rápido y después volver a mi departamento y mirar algo de tele.
Recién separado, mi vida social era bastante monótona. Mientras caminaba hacia el restaurante en el que solía cenar, un hombre delgado vestido en forma desprolija se me acercó:
-Buenas noches Prospitti. Se que Ud. es periodista y tengo una historia que le puede resultar interesante. Disculpe que lo haya abordado de esta manera, pero estoy en la mala. Si me invita a comer, se la cuento.
Seguramente, en otro momento, hubiera buscado una buena excusa para negarme a la charla, pero ante la perspectiva de cenar solo y cierta curiosidad que me despertó la propuesta, decidí aceptar el trato.
-Vamos, le dije. Sin pronunciar palabra y con paso veloz caminamos hasta el boliche.
En cuanto nos sentamos el tipo empezó a hablar:
-Me llamo Ramiro Bronzoni. Hace algunos años estudiaba filosofía y participaba activamente en un movimiento de izquierda, luchando por la reivindicación de los derechos estudiantiles. En una de las reuniones que solíamos organizar conocí a Paula, una flaquita de pelo largo y lacio con los ojos verdes más claros que vi en mi vida. Era la mujer mas linda del mundo. Le entregué unos folletos y me puse a hablar con ella. Charlamos un rato largo y la invité a tomar algo. ¿Puedo pedir una napolitana con puré?
-¿Eso le dijo? Cero romanticismo la mina…
-No Prospitti, eso lo digo yo. ¿Puedo pedir una napolitana con puré? Hace un rato que estamos hablando y tengo hambre. Le dije que estoy en la mala…
-Si hombre, pida… y siga contando
-Bueno, Paula fue a tomar un café conmigo y lo pasamos muy bien. Nos volvimos a encontrar casi diariamente las dos semanas posteriores y finalmente se quedó a dormir en mi departamento, mintiéndoles a los viejos que se quedaba en casa de una amiga.
Todo iba bien hasta que una tarde, con gesto preocupado y voz temblorosa, me dijo que teníamos que hablar. Me asusté y cuando supe lo que pasaba entendí que realmente era para preocuparse. El padre de Paula trabajaba en la SIDE, era experto en tareas de inteligencia, participaba en agrupaciones políticas de extrema derecha y tenía estrecha relación con autoridades eclesiásticas. Si se enteraba de nuestra relación, ella y yo tendríamos problemas. Sobre todo yo, imagínese como se tomaría que el novio de su hija fuera un zurdito activista.
Paulita estaba desesperada. Creo que tenemos que cortarla…
- Y, sí Ramiro, si no la cortamos nos vamos a atragantar con semejante milanesa. Cortémosla y comamos el puré antes de que se enfríe…
-No, Prospitti, tenemos que cortarla me dijo Paula. Y se puso a llorar. El viejo iba a descubrirnos en cualquier momento y tenía miedo de lo que pudiera pasar. Yo me negué a que dejáramos de vernos, le dije que la amaba y que estaba dispuesto a cualquier cosa por ella. Si era necesario iría a enfrentarme con el viejo, no me importaba nada.
Paulita me besó y me dijo que ella tampoco quería dejarme, pero que no era el momento para enfrentar al padre. Si seguíamos con lo nuestro deberíamos hacerlo a escondidas y sin que nadie se entere.
La situación era difícil, porque en cuanto el tipo sospechara que la nena andaba en algo raro, no le faltarían medios para averiguar que estaba pasando.
Esa noche no pude dormir pensando en cómo podríamos hacer para que mis encuentros con Paula no fueran descubiertos. Pensaba y pensaba sin encontrar la solución hasta que, inesperadamente, se me ocurrió una idea genial: hagamos un alfabeto sólo para nosotros dos y comuniquémonos con notas que luego destruiremos. A la mañana, bien temprano, me fui a la facu a esperar a Paula. Apenas llegó le conté mi idea. Fijate, le dije, cambiamos cada letra de la palabra por la que le sigue en el abecedario. Por ejemplo, ¨te espero en el bar¨ sería ¨uf ftqfsp fñ fm cbs¨. Yo se que es complicadísimo, pero con el tiempo te vas a acostumbrar y podremos comunicarnos sin que nadie se entere…
La flaca me miró con una pena infinita. - ¡Mi amor!, me dijo, cuando mi papá y yo queríamos decirnos algo sin que mi mamá se entere hacíamos exactamente lo mismo. Yo tendría en esa época siete u ocho años…, no te olvides que mi viejo es experto en el tema. Tenemos que encontrar otra manera…
Todo lo que se nos ocurría nos parecía de resolución sencilla para un agente de inteligencia. Nos pasábamos las tardes buscando una alternativa. Finalmente decidimos que lo mejor sería inventarnos un idioma y así lo hicimos. Nuestro lenguaje consistía en asignarle a cada palabra un significado distinto. Pasamos casi cuatro años creando y aprendiendo el uso de este nuevo idioma.
Para nosotros casa se decía rostro, árbol se llamaba lunes, alto se dice nombre. Los pronombres, artículos y preposiciones se mantenían como los originales, al igual que los verbos ser y flotar. El color rojo se llama verde, el azul es naranja. Por supuesto, a la fruta llamada naranja no se la llamará azul sino azalea. Memorizar y acostumbrarse al uso de la nueva lengua fue una tarea ardua y aburrida, pero finalmente entendíamos que ¨El lunes es nombre¨ significaba ¨el árbol es alto¨ y ¨mi rostro es verde¨ correspondía a ¨mi casa es roja¨.
El padre de Paula nunca se enteró de nada, pero tal vez por algunos errores de interpretación que hicieron que uno entendiera ¨te espero en Moreno¨ en lugar de ¨te espero en Morón¨, o por lo tedioso que se volvía pasar meses enteros sin darnos siquiera un beso para preparar y estudiar nuestro idioma, o a lo mejor por las constantes discusiones que teníamos porque para mi habíamos acordado que ¨zapato¨ se decía ¨corchea¨ y ella aseguraba que decidimos llamarlo ¨mortero¨, lo cierto es que nuestra relación se fue desgastando hasta que finalmente dejamos de vernos. Yo no pude soportar la separación y me entregué al alcohol. Dejé la facultad, robé y fui pordiosero hasta que unos misioneros pertenecientes al grupo de los Postigos de Escobar me llevaron a alcohólicos anónimos y me ayudaron a reencausar mi vida. Ya no bebo, pero nunca pude formar una familia…
-¿Eso es todo? ¿Ya terminó?
-No, quisiera un flan mixto y un cafecito…
-No hombre, digo si terminó la historia. ¡Que pasó con Paula?
-Ella también quedó marcada. Conciente de que solamente alguien que la quisiera muchísimo sería capaz de hacer lo que yo había hecho para que estemos juntos, pasó un largo tiempo sola, hasta que conoció a un muchacho del que se enamoró. El le dijo que la quería, pero Paula le pidió que si de verdad la amaba, se lo demostrara estudiando mandarín. El tipo le dijo que si y estudió muchos años hasta que finalmente la dejó y se casó con la hija del dueño de un supermercado chino.

Pagué la cuenta, le di un apretón de manos a Ramiro y salí a la calle. Hacía frió. Prendí un cigarrillo y caminé hasta mi casa.
Antes de quedarme dormido intenté leer un artículo de una revista alemana. Hice el ejercicio de cambiar cada letra de la nota por la que le seguía en orden en el abecedario. Fue inútil. No entendí un carajo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Hombre Lobo, por Monseñor Jaime Roitman

En algún momento de mi juventud, llegó a mis manos un libro que relataba las biografías de personas desdichadas. La monumental obra del escritor germánico Baudilio Vado tiene por título, en su idioma original, una frase que hace referencia a las cruentas vicisitudes que los protagonistas debieron afrontar, que bien podría traducirse a nuestra lengua como ¨Vidas de Mierda¨.
En el capítulo tercero se relata la historia de Dimitry Pávlov, considerada por algunos como la génesis de la leyenda del hombre lobo. A continuación se reproduce el capítulo mencionado, que el autor dio en llamar en un alarde de ingenio y creatividad ¨Biografía de Dimitry Pávlov¨.
¨Era realmente dura la vida en Tsaritsyn. El viento que soplaba desde las costas del Volga hacía que las tardes de enero fueran aún más frías que los ocho grados bajo cero que solían registrar los termómetros. Después de una larga jornada de trabajo, el joven Dimitry Pávlov decidió calentar agua para mezclarla con vodka . Esa pócima le servía como combustible para emprender el camino de seis kilómetros que lo separaban de la casa. Mientras juntaba ramas para encender el fuego, sintió un ruido proveniente del pastizal. Alzó la vista, no vio nada y siguió con su tarea. Volvió a escuchar algo, esta vez a sus espaldas. Se dio vuelta y alcanzó a ver un cuerpo oscuro que se abalanzaba sobre él. Unas garras filosas se clavaron en su pecho y los dientes enormes desgarraron su carne. La muerte parecía inminente, pero la bestia, inexplicablemente, emprendió una veloz retirada hacia el monte.
La familia del muchacho no podía creer que el violento ataque sólo haya dejado algunas cicatrices, sin dudas había tenido suerte.
Con el tiempo, Dimitry fue teniendo algunos cambios en su conducta. Dejó de frecuentar a sus amigos y se volvió un ser solitario. Su sentido del olfato se desarrolló de una manera increíble y era capaz de reconocer a las personas por su olor a varios metros de distancia. Los viernes no ingería ningún otro alimento que no fuera carne y la consumía sin cocer. Ya no usaba cubiertos, comía con las manos y bebía directamente de los jarros, cuando no de los charcos en el suelo.
Tsaritsyn no era en esos tiempos más que un pequeño poblado, por lo que los vecinos no tardaron en notar la extravagante conducta del muchacho e intentaron lincharlo una noche de luna llena.
Konstantin Diatlov era un hechicero que salvó la vida de Dimitry y lo acogió en su hogar. Sus conocimientos de alquimia y brujería consiguieron mejorar las extrañas costumbres del joven y una vez que estuvo en condiciones lo envió a la casa de Igor Korovin, un viejo amigo que vivía en Kostroma.
Korovin alojó al enviado y lo recomendó para trabajar con unos conocidos que estaban formando una compañía de teatro y danza. Piotr Urusov y Michael Maddox contrataron a Dimitry como secretario y lo incorporaron a su grupo. Durante varios meses trabajaron sin descanso y antes de finalizar el año 1776, organizaron una gran reunión e invitaron a las personas más importantes de Rusia, incluso hasta a la mismísima emperatriz Catalina La Grande, para presentar en sociedad al Teatro y Ballet Bolshoi.
La fiesta fue un éxito, pero marcó el comienzo del fin para Dimitry. Algo que no debió comer le produjo una recaída casi instantánea. Fue patético verlo husmear en los traseros de todos los invitados, que, a excepción de un grupo de bailarines, lo echaban a patadas.
Algunos días después fue arrestado cuando agentes de la policía lo sorprendieron desnudo, manteniendo relaciones sexuales en la calle con una perra siberiana. La belleza de la perra no sirvió como atenuante para aliviar su pena y fue condenado a terminar sus días en un loquero.¨
El capítulo treinta y nueve del libro de Vado relata otra historia de hombre lobo. Es la siguiente:
¨En la ciudad china de Shenyang una joven pareja sueña con una familia numerosa. Una verdadera utopía en su país. Deciden viajar a Sud América e instalan un supermercado en Buenos Aires. Hu Ang se encargaba de las compras y Mai Xian atendía la caja.
En La Argentina pudieron cumplir su sueño y tuvieron siete hijos. Todos varones.
Las vecinas les advirtieron que si no hacían apadrinar al último hijo por el presidente, el niño sería lobizón. La pareja no hizo caso a la sugerencia y fue así que el pequeño Lau Tao sufrió una extraña mutación: la combinación de la leyenda argentina con sus genes chinos no lo convirtieron en hombre lobo sino en perro pekinés. Un mal menor, dijeron algunos. -No crea, contestó Hu Ang; Lau Tao ladra todo día y muerde tobillo con diente finito. Rompe mucho bolas Lau Tao.

domingo, 11 de julio de 2010

La logia secreta, por Robert de Bruce


Cuando en los más importantes cenáculos literarios se discute sobre las grandes novelas policiales, resulta imposible olvidar la obra de Paul Hagner. Y esto es exactamente así, porque no hay manera de dejar en el olvido lo que se desconoce por completo.
De todos modos, los seguidores del ilustre irlandés revolucionario, reivindican a Hagner como uno de los próceres del género, no tanto por su aporte literario sino por un antiguo affaire que habría sostenido en su juventud con Agatha Christie.
La novela de Paul Hagner ¨La logia secreta de los justicieros¨ dejó recuerdos imborrables. Uno de ellos fue el escándalo en que terminó el reportaje radial efectuado en la Feria del Libro, cuando un periodista preguntó al célebre escritor analfabeto acerca del motivo por el cual nunca había aprendido a leer. La respuesta de Hagner fue que, lejos de resultarle un contratiempo, consideraba una ventaja no haber leído jamás porque eso lo mantenía libre de la influencia de otros escritores. No obstante, reconoció que sí le hubiera resultado útil aprender a escribir, para no tener que incomodar a su transcriptor Joan Lluc Riusec. Ante la explicación del periodista de que escribir y leer eran acciones que se aprendían indivisiblemente en el mismo acto, el escritor supuso que lo estaba cargando y en uno de sus tantos brotes psicóticos le clavó una birome en el ojo.
Otro hecho bochornoso sucedió el día de la presentación de la novela. Reunidos, gracias a la intervención de un integrante de la comisión directiva, en el baño de caballeros del club Glorias Argentinas, se encontraban el autor, el pintor catalán Joan Lluc Riusec (que había ilustrado la obra), dos de los tres integrantes del club de admiradores de Paul Hagner y Domingo Pasalacqua, un relator de fútbol del ascenso de una emisora barrial, con cierta fama de intelectual y amigo del escritor. Pasalacqua comenzó su alocución agradeciendo la presencia de quienes allí se encontraban, incluyendo al rengo González que había entrado a orinar. A continuación se detalla textualmente el discurso de Pasalacqua: ¨Agradezco profundamente al amigo Paul Hagner, por quien siento un especial cariño, que me haya convocado para presentar su novela. No creo que Paul sea un escritor genial, en realidad lo considero menos que mediocre. Tampoco puedo catalogarlo de inteligente ni de buena persona. Se preguntarán, entonces, por que lo aprecio. Sinceramente no lo se. Es probable que solamente se deba a mi extraordinaria capacidad de dar amor. Pero el motivo de mis palabras no debe dirigirse a la persona sino a su obra y en este contexto, debo ser absolutamente sincero y reconocer que la novela, honestamente, me sorprendió. Es infinitamente peor a lo que hubiera podido imaginar. Me resultó deleznable…¨ En ese momento Hagner, como corresponde, lo cagó a trompadas dando por terminado el acto.
La revista ¨Chi Chicago¨, en su sección literaria, hizo una interesante crítica de la obra: ¨..la novela es original pero debe admitirse que su abordaje, para quienes no están familiarizados con el estilo del autor, se vuelve algo denso, intrincado, difícil de seguir e incluso podría decirse que es excesivamente extensa a pesar de estar compuesta por sólo tres carillas, siendo dos de ellas ocupadas por las ilustraciones de Riusec. Es éste, sin dudas, uno de los más logrados trabajos de Hagner¨. En el número posterior, ante los reclamos de los lectores, la revista publicó una fe de erratas que decía: ¨donde dice más logrados léase malogrados¨.
Un análisis imparcial de ¨La logia secreta de los justicieros¨ permite definirla como una novela policial con fuertes aditamentos psicológicos. Debe admitirse que la trama es extraña: la Logia es tan estrictamente secreta que ni siquiera sus propios integrantes recibían información sobre los lugares y horarios de reunión, menos aún les son revelados los casos en los que deben intervenir. Para resguardar la seguridad personal de los justicieros, jamás son anoticiados sobre su pertenencia a la logia. En ocasiones el autor da a entender que la organización tiene un solo integrante y en otras deja entrever que los miembros son más de quince mil.
El párrafo en el que el protagonista termina con el temible asesino transformista es antológico: ¨ el ruido ensordecedor, el parpadeo de las luces y el movimiento de vaivén del viejo vagón de madera del subte de la línea ¨A¨ , me sumergió en un grado de concentración tan profundo como solamente un monje Shaolin o alguien muy mamado pueden alcanzar. Con los ojos cerrados adiviné detrás de mí al asesino. Giré con la velocidad de un relámpago mientras extraía el arma de su funda y disparé justo en la frente del peligroso delincuente que, disfrazado de dulce viejecita, cayó muerto en un inmenso charco de sangre. Por un momento, sus dos secuaces enanos, intentando hacerse pasar por niños que gritaban ¡abuelita! mientras lloraban y abrazaban a la vieja, lograron confundirme, pero rápidamente descubrí su maléfica jugada y los eliminé vaciando sobre ellos el cargador. Me bajé en Acoyte. Hace frío y llueve. Mientras camino por Rivadavia soy interceptado por un patrullero que me lleva con la cabeza tapada por mi campera sin decirme a dónde. Me putean, seguramente para que no sospeche que me trasladan a mi merecido homenaje por el deber cumplido. Me siento feliz…¨
Consultado el respetado crítico Severino Morales sobre su parecer con respecto a la novela de Paul Hagner tuvo una respuesta que seguramente es la que cuenta con mayor consenso: ¨Es una cagada¨dijo.

domingo, 2 de mayo de 2010

¨Devanshi¨ Rihandas Brapanamashi, por Brandon Lima

La India entregó al mundo seres increíbles: el príncipe Gautama Siddharta (que si bien había nacido en el actual Nepal, alcanzó el Nirvana , fue Buda y vivió en el norte de India), Mahatma Gandhi, Rabindranath Tagore, Rudyard Kipling, Jiddu Krishnamurti, Bhagwan Shree Rajneesh (Osho), Apu Nahasapeemapetilon (fundador y dueño del Kwik-E-Mart), Deepak Chopra y muchísimos mas que escapan a mi memoria.
Algunos agoreros intentan refutar la excelsitud de esta poderosa nación argumentando que en ella aún subsisten las castas y que a pesar de su muy promocionado pacifismo, fue el escenario de varios asesinatos de personalidades célebres (Indira y Rajiv Ghandi, el mismo Mahatma, Gunga Din, etc.). A ellos les pregunto, con profunda humildad, si conocen algún lugar en el que no existan las desigualdades y les pido, además, que me respondan honestamente si no es verdad que en cualquier lugar del mundo amasijan a algún punto por diferencias políticas. Con la certeza de que mi argumento habrá convencido a quienes tuvieran alguna mínima duda sobre la notoria superioridad espiritual del pueblo indio por sobre el resto del orbe, voy a referirme a un grande que, por algún extraño olvido, no ha tenido el reconocimiento que sin dudas merecía. Me refiero al Maestro Rihandas Brapanamashi, un sabio nacido en Pataliputra, ciudad a orillas del Ganges en la que residió Buda. A los seis años sorprendió a sus padres al decirles: -¨solo aquellos que abjuren de su ego estarán libres del egoísmo”. La frase es ciertamente estúpida, pero la sorpresa de sus mayores radicaba en que el idioma castellano aún no existía y todos hablaban en sánscrito. Tal vez haya sido éste uno de los motivos por los que Rihandas no fue comprendido hasta varios siglos después de su muerte. Su destino como guía espiritual fue presagiado por Mitrajit Jawahar, un respetado profeta de la época, quien en una ocasión vio al joven con un grupo de amigos disfrutando del ocio a orillas del río. Mientras sus compañeros abordaban a las jóvenes que pasaban por el lugar proponiéndoles mantener relaciones sexuales, Brapanamashi acariciaba a una paloma que parecía entender lo que la mirada del muchacho le expresaba. Fue entonces que Mitrajit Jawahar sentenció: ¨en el futuro cercano el joven Rihandas Brapanamashi será un sabio que regirá el pensamiento de miles de seguidores, o tal vez me equivoque y simplemente sea puto…¨
Finalmente Rihandas se convirtió en Devanshi (divino), título que le otorgaron sus discípulos, aunque su prédica no estaba relacionada con la religión sino con normas de convivencia con todos los seres del planeta y con la búsqueda de la excelencia en el desarrollo del ser interior.
En cierta oportunidad, Brapanamashi y Confucio se encontraron en Xi´an, ciudad china a la que Devanshi se trasladó para tener una entrevista con el filósofo de la nación vecina. El encuentro fue sumamente enriquecedor para Rihandas, en cambio a Confucio le resultó indiferente. Ante esta situación, los seguidores de Brapanamashi sostienen que la grandeza de Devanshi queda expresada en la humildad con que aceptó las ideas de Confucio, mientras que los admiradores de éste último aseguran que la grandeza del chino se evidenció al no intentar fajar al indio.
Para que el observador imparcial saque sus propias conclusiones, se transcribe un fragmento de la colosal tertulia que ambos eruditos compartieron con estudiantes de la ciudad:

Estudiante 1: Por favor iluminados, háblennos del futuro
CONFUCIO: ¨Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro¨.
BRAPANAMASHI: ¨Coincido totalmente con lo que dice acá el amigo¨.

Estudiante 2: Grandes Maestros, ¿Qué piensan de la revolución?
CONFUCIO: ¨Donde hay satisfacción no hay revoluciones¨.
BRAPANAMASHI: ¨Adhiero por completo a las palabras del Maestro¨

Estudiante 3:¿Cómo venceremos a nuestros enemigos?¨
CONFUCIO:¨ El que domina su cólera domina a su peor enemigo¨.
BRAPANAMASHI: :¨Coincido macho, coincido¨

El encuentro prosiguió durante horas con el mismo tenor hasta que un asistente intrigado por conocer el pensamiento del sabio hindú, solicitó:
-Por favor Devanshi, oriéntanos en la toma de decisiones, a lo que Rihandas respondió: ¨Si me dan a elegir entre ganar o perder elijo ganar, entre la riqueza y la pobreza escojo la primera, pero si se trata de arbitrar entre un Malbec o un Cabernet os digo que es una falsa opción pues cada uno es el correcto para determinado plato y en los ratos libres podría beberse placenteramente una copa de Merlot. Para acompañar el pescado está bien un chardonnay¨. Tal vez por éste último comentario, quizás por su andar vacilante o por lo dificultoso que se le hacía dominar la lengua en su exposición, algunos asistentes deslizaron la posibilidad de que el Maestro estuviera en pedo.
¨Devanshi¨ Rihandas Brapanamashi vivió indicándoles a sus discípulos el camino de la sabiduría. Una mañana, ante sus colaboradores íntimos, realizó un ejercicio purificador del cuerpo con una técnica de meditación que le permitía controlar su micción hasta eliminar todas las impurezas de su organismo. La muerte lo sorprendió cuando llevaba más de cuarenta y cinco horas orinando ininterrumpidamente y su concentración era tan profunda que ni su propio deceso logró detener la meada. Los funerales de Bapanamashi no pudieron ser efectuados de la tradicional manera hindú, quemando el cuerpo en una pira, porque la interminable pishada del Devanshi apagaba el fuego.
Las autoridades de la época, temiendo que los seguidores de Rihandas lo veneraran como a un dios, decidieron enterrar sus restos en forma anónima en una zona desértica de la India en la que no pudiera ser localizado. Sin embargo, como un milagro del más allá, la tumba ubicada en el terreno más árido y seco del país, se distingue con facilidad por ser un área pequeña eternamente embarrada.
Hace poco tiempo me topé con un aviso callejero que publicitaba las actividades del Centro Brapanamashi en Argentina. El cartel decía:
¨ Devanshi Rihandas Brapanamashi dejó sus enseñanzas para que Ud. termine con sus sufrimientos y se transforme en un ser de luz. Deje de lado el dolor y comience una nueva vida. El centro Brapanamashi auspicia la conferencia del maestro Carlos Pignataro, trigésimo octavo Devanshi, titulada ¨ Transfórmese, renuévese, transmútese, evolucione, cambie. En definitiva, sea Ud. mismo¨.
Tal vez hubiese concurrido a la conferencia, pero si algún representante del centro lee este artículo, le sugiero que para el próximo encuentro informen la dirección.

sábado, 6 de marzo de 2010

La orquesta típica de Anselmo Garispe, por Gerardo Prospitti (cronista jubilado)

El maestro Garispe era un virtuoso del piano y había conseguido armar una orquesta con los más destacados músicos del género. Cultor de un tango vanguardista y admirador de Piazzolla, Garispe se propuso darle un tono más moderno a las letras tangueras. Conciente de su escaso talento literario, decidió convocar a los más destacados autores de canciones de la actualidad para que les pongan palabras a su música. El primero en responder al convite fue Moko Veraldi, líder de la banda punk ¨Ulcerados¨, que le acercó su tema ¨Bomberos del infierno¨:

1- Los bomberos del infierno
Nunca apagan un incendio,
No se calientan por nada,
Por eso están donde están

2- Los bomberos del infierno
Nunca rescatan a nadie
Y todo les chupa un huevo
Por eso están donde están

Estribillo: Los bomberos del infierno
Por algo están donde están
Los bomberos del infierno
Por algo están donde están

Repite 1 y 2
Repite estribillo.

Garispe consiguió componer una música contundente y agresiva que le daba una personalidad bien definida a este tango.

Un rapero del Abasto, Pepe Two, le entregó su más reciente obra, escrita con la métrica que debía respetarse al cantarla y con un cuadernillo en el que se indicaban los movimientos que el cantante debía realizar al interpretarla (tomar el micrófono con la mano izquierda y sostenerlo a la altura de los ojos, inclinandolo hacia abajo mientras que la mano derecha se moverá constantemente como si se estuviera disparando un arma apuntando al piso unos cinco metros mas adelante,....etc.) :

La no-che se presen-to estrella-da
Tu pe-rra no quiere estar ata-da
las plan-tas no me contestan na-da
y yo no se quien rellena la empana-da
Encuentro una ca-sa abandona-da
inten-to llegar hasta la entra-da
la re-ja estaba electrifica-da
pero la luz siemre es-tuvo apaga-da
Dámelo, dámelo, dámelo, nena
Dámelo, dámelo, dámelo, nena
No pasa na-da
la noche está estrella-da!

La orquesta de Garispe hizo un esfuerzo intentando ponerle música a eso, aunque sin éxito. Se dice que el mudo Héctor de la Serna, cantor del grupo, fue a buscar a Pepe y lo cagó a trompadas.
La opinión generalizada de los críticos de la época, era que, sin lugar a dudas, las letras que se adaptaban mejor al estilo de la orquesta pertenecían al autor contemporáneo Daniel Garrido, cuya composición ¨Soñar con nada¨, dice así:

Intento dormir profundamente
Y quiero soñar con nada
Soles de cuatro estaciones
Rocío de la madrugada
Yo quiero soñar con nada
Que no es lo mismo que no soñar

Samurai de los recuerdos
Arco de flechas doradas
Cuando lo etéreo es profundo
Algo brilla en tu mirada
Yo quiero soñar con nada
Que no es lo mismo que no soñar

Árbol alado, mañana ansiada
Yo quiero soñar con nada
Yo quiero soñar con nada
Que no es lo mismo que no soñar.

Testigos presenciales del estreno de éste tango en el anfiteatro Juan Bautista Alberdi, aseguran haber visto llorar a más de un guapo conmovido por la delicada poesía de su letra y la perturbadora cadencia de su melodía, aunque ninguno había entendido nada..
La orquesta de Anselmo Garispe estaba destinada a marcar nuevos rumbos en la música ciudadana, hasta que un desconocido y autotitulado ¨Comando de homenaje permanente al poeta Horacio Ferrer¨ raptó al pianista y exigió, como rescate, la destrucción de todas sus obras y un compromiso documentado en el que el músico se obligaba a abandonar para siempre la actividad.
Desde Entonces Don Anselmo atiende una calesita en Haedo en la que sólo se escucha música clásica. La calesita no gira, no tiene sortija ni caballitos que suban y bajen, para que los niños no se distraigan y puedan concentrarse en escuchar las melodías.
A los pibes de Haedo les va bárbaro en la escuela porque, si no estudian, los padres los amenazan con llevarlos a la calesita de Garispe

sábado, 27 de febrero de 2010

Alicia y los gatos, por Ornella Di Cesaris

Alicia tenía cincuenta y ocho años. Vivía en una vieja casita de Pompeya, bastante deteriorada, con un jardín descuidado en el que no había flores. La casa había pertenecido desde siempre a la familia de su marido, un hombre mucho mayor que ella, recientemente fallecido y por el que cobraba una modesta pensión. Sin hijos ni familiares, Alicia adoptó un gato callejero con el que pensaba compartir su soledad. Casi sin darse cuenta, fue amparando a otros gatos sin hogar hasta que, en poco tiempo, una docena de felinos jugueteaba en su jardín. La verdad es que los bichos llenaban la hasta entonces vacía vida de la mujer. Alicia los alimentaba, jugaba con ellos y hasta dormía rodeada de sus mascotas. El cariño que sentía por esos animales fue creciendo y en poco tiempo, entre los recogidos, los nacidos en su casa y los que llegaron por sus propios medios, el número de acompañantes en su jardín superaba con creces los treinta. Los inquilinos más antiguos tenían nombre: el primero se llamaba Andrés y era el más mimado. Era un gato de un tamaño importante, con mucho pelo y un extraño color mezcla de gris con amarillo. El segundo era Coco, un gato negro con una mancha blanca en la oreja izquierda. Amanda era la gata preferida, tal vez por haber sido la madre de la primera camada casera. A medida que el número de habitantes aumentaba, los nombres fueron dejando paso a apodos genéricos que servían para dirigirse a varios individuos (negro, michi, chicos, etc.).
Alicia comenzó a tener serios problemas para mantener a los gatos que, por esta época, ya eran más de cincuenta. Leche, pescado, carne, todo era poco para alimentar a semejante tropa. La pensión no alcanzaba para cubrir los gastos, pero la fortuna quiso que la contrataran para encargarse de la limpieza de una fábrica del barrio. El trabajo le ocupaba las noches de lunes a sábados, de veinticuatro a seis de la mañana. El resto del día lo dedicaba a las compras, la limpieza de la casa y la atención de sus ¨hijitos¨, tal como ella los llamaba.
Lo cierto es que los felinos aumentaban constantemente en número y también en sus demandas. Alicia había quedado recluida casi exclusivamente a la cocina y los animales ocupaban el resto de la casa.
Había cierta jerarquía entre los gatos. Andrés, posiblemente por ser el primero en el lugar y por su poderosa estructura física, era una especie de conductor natural del grupo. Sin embargo, un joven llegado casi un año después, se había animado a discutirle el liderazgo. Si bien Andrés pudo derrotarlo, como consecuencia de la pelea perdió el ojo derecho.
Alicia ya no daba abasto para atender a todos los habitantes de la morada que, a esta altura, superaban la centena. La casa siempre estaba sucia, había ruidos todo el tiempo y los vecinos se quejaban.
Una noche los maullidos fueron mucho más fuertes y numerosos que de costumbre. Hubo una pelea generalizada entre los gatos. Algunos defendían a Andrés y otros respondían al joven rebelde que nuevamente intentaba derrocarlo. El escándalo recibió a la dueña de casa que regresaba del trabajo y que al ver lo que sucedía, tomó partido por su favorito.
Durante días el lugar estuvo en calma. Un olor fétido que se percibía a varios metros hizo que los vecinos hicieran una denuncia en la policía. Al llegar al lugar, la patrulla encontró a unos ciento treinta felinos que jugueteaban en el jardín. En la cocina se hallaron los huesos de un gato grande junto con los restos de un cadáver femenino que había sido devorado por los animales.

lunes, 15 de febrero de 2010

Buzones, por Monseñor Jaime Roitman

En la esquina de San Pedro y Albariño había un buzón que poseía una característica fantástica y peculiar. Transformaba cualquier escrito que se introdujera en él, incluso el más elemental, en una obra literaria de valía. La primera noticia sobre éste fenómeno remite a lo que le sucedió al conocido poeta Oliverio Girondo una mañana de 1940. El escritor le envió unas líneas a un amigo contándole, entre otras cosas, que estaba en una etapa feliz de su vida y que solamente lo perturbaba la certeza de que en algún momento ¨la muerte vendrá a buscarme¨. Esta frase común, se transformó dentro del buzón y fue recibida por el destinatario como una poesía que hacía referencia a la visita de la parca y que decía:
No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
la afición al misterio,
el culto a la ceniza,
a cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
para lo inhabitado.
Cuando venga a buscarme,
díganle:
"se ha mudado".
Enterado Girondo de lo sucedido, decidió llamar al poema ¨Visita¨ y publicarlo en su libro ¨Persuasión de los días¨, pero jamás volvió a utilizar el buzón de Albariño.
Años después, el escribano José Narosky hizo uso del mismo buzón para enviar una carta a la municipalidad de General Pueyrredón quejándose por el deplorable nivel de higiene que había constatado en las playas de Mar del Plata. Entre sus dichos, apareció un renglón que nunca había escrito que decía: ¨Hay quien arroja un vidrio roto sobre la playa. Pero hay quien se agacha a recogerlo¨ y que fue el inicio de la carrera de Narosky como ¨aforista¨.
Infinidad de usuarios del buzón se vieron sorprendidos por los resultados que obtuvieron al utilizarlo para enviar sus cartas. Néstor Gadeau, un muchacho al que le costaba comunicarse con las mujeres, optó por enviarle una carta a la chica que le gustaba. Su corta imaginación sólo le permitió escribir: ¨Me gustás mucho, María¨. Esta torpe declaración se transformó en ¨ Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Emerges de las cosas, llenas el alma mía y entonces lo comprendo: yo te quiero María¨. Néstor se sorprendió cuando María, emocionada, lo besó y también cuando vio que Neruda utilizó algunos párrafos de su carta para escribir su poesía ¨Me gusta cuando callas¨.
Una vez que el secreto del buzón de Albariño y San Pedro se hizo conocido, muchos decidieron sacar provecho de él. Algunos alumnos de la facultad se enviaban cartas a sí mismos con algunas hojas escritas sin demasiado esmero, esperando que se transformaran en las complicadas monografías que debían entregar. En algunos casos consiguieron su objetivo, otros dicen haber recibido esquelas que decían ¨Inténtelo nuevamente. Ud. puede hacerlo¨. Si bien no era esto lo que buscaban, se veían reconfortados con un mensaje alentador.
Los escritores de cartas de la época aseguran que, como una compensación divina, en la esquina de Bilbao y Laferrere había otro buzón con propiedades exactamente opuestas al anterior, es decir que transformaba pensamientos formidables en torpes disparates. El primero en descubrir estos sucesos fue el gordo Monteluzzi. El gordo estaba buscando trabajo. Calificaba con creces para un puesto gerencial en un banco internacional y envió un currículum que había preparado concienzudamente, destacando su carrera universitaria de contador público, su experiencia en puestos similares, los logros conseguidos durante su gestión y referencias de personas respetables. La gente del banco le envió a vuelta de correo una carta en la que le reprochaban y le devolvían el lamentable currículum que había enviado junto con la deleznable carta de presentación que lo acompañaba y sintiéndose ofendidos le aseguraban que jamás trabajaría en esa institución. La sorpresa de Monteluzzi fue enorme cuando vio que en su currículum sólo figuraba su egreso de la escuela primaria y su carta de presentación decía: ¨Soy Néstor Monteluzzi. Quiero laburar en ese banco. Llámenme antes de que me arrepienta¨.
Otro perjudicado por el buzón de Bilbao fue el poeta Guido Centenera. Le envió a su amada Delia una epístola de marcado tono erótico (que, para ser sinceros, había copiado casi literalmente de un original de James Joyce), uno de cuyos párrafos se transcribe seguidamente: ¨No me pidas que te escriba una carta larga ahora. Estoy cansado de enviarte palabras. Nuestros labios pegados, nuestros brazos entrelazados, nuestros ojos desfalleciendo en el gozo de la posesión me complacerían más.
Perdóname queridísima. Tenía intención de mostrarme más reservado, pero mi pasión por ti lo hace imposible…¨.
La carta que recibió Delia decía: ¨Delia, esperame en bolas. Estoy re-caliente¨. Centenera nunca más tuvo noticias de Delia y jamás volvió a escribir.
No fue menor el perjuicio que le ocasionó al novelista Jacobo Gelfland la participación del buzón maligno. Le escribió a su amigo y editor Samuel diciéndole ¨querido Samuel, si estuviera dentro de tus posibilidades, quisiera pedirte un pequeño adelanto del pago correspondiente a la novela que te entregaré el mes próximo¨, esta práctica era habitual entre Jacobo y Samuel. Sin embargo Samuel se ofendió al punto de no volver a dirigirle la palabra al escritor, al recibir una nota que decía: ¨ Samuel, miserable de mierda, ¡exijo urgente un adelanto! ¨
Los buzones ya no existen en Mataderos. Algunos sostienen que fueron removidos por lo poco confiable que resultaban. Otros dicen que el progreso, mediante los mensajes de texto y los e-mails, los volvió innecesarios.
Sin embargo, hay amantes de lo sorprendente que los extrañan y juran con alegría que algunas computadoras y teléfonos celulares conservan las increíbles capacidades de los recordados buzones. Sin ir más lejos, este relato no era otra cosa que un reclamo a Edenor porque me mandó la factura vencida.